ABLAR. Premio Nacional de Narrativa Corta "Palabras de Mujer" 2011

SOBRE EL RELATO
El Premio "Palabras de mujer" es un altavoz para lo que narra el relato: una intervención extrema en el cuerpo de una niña sudanesa, la mutilación genital, la ablación del clítoris.
Inspirado en la vida de Waris Dirie,  top model, escritora, activista y “mujer cortada” como se dice en su libro y en la película que surgió de él, Flor del desierto, que es lo que significa su nombre: delicadeza, supervivencia.
La superficie del cuerpo femenino se ha marcado, acotado, delimitado, constreñido y ceñido con todo tipo de opresiones: corsés, fajas, refajos, enaguas, tocas, velos y burkas en la enumeración que cita Victoria Sendón de León cuando habla del cuerpo como territorio de soberanía.
También ha sido campo de batalla en las guerras, exhibido desnudo y prostituido, por cuenta ajena, en la mayoría de los casos.
La anorexia es otra muestra: la búsqueda de una desnudez que lo es incluso de carne. Y como esta es una entrega literaria intercalo un relato muy breve sobre el tema y que se titula Fashion body o cuerpo de moda:

La mayoría de mujeres que sigue una dieta adelgazante durante muchos, muchísimos años de sacrificios, renuncias, sufrimientos, abnegación, privaciones y padecimientos consigue por fin el premio a su persistencia: su ansiada silueta ideal con la que acudir a fiestas, lucir airosamente alta costura,  solearse en tanga, ser admiradas y sobre todo envidiadas.
Lástima que cuando esto sucede ya lleven un mes muertas.

Pero todavía con vida,  aunque debilitadas, exánimes se alzan sobre tacones tan altos que sólo permiten pasos cortos y cercanos. Acuden a los quirófanos para uniformarse, para que nada destaque, para borrar cualquier rasgo memorable y enfundarse la máscara facial estándar.
Este control de la estética es un control del placer que se traslada a un disfrute ajeno, al de los otros. Como una exacerbación de la vieja frase “para lucir hay que sufrir”, llevada hasta un extremo mortal.

El relato se titula Ablar, sin hache, porque es el verbo que corresponde al sustantivo ablación. El corrector de texto del procesador lo señala insistentemente igual que la palabra burka. Creo que porque ambas no existen. Tal vez lo narrado sea sólo un cuento.
Copio a continuación el final de la historia. Si la brecha de la realidad y el deseo se unieran sería también el final de una práctica tan abominable y la señal de que entramos en un mundo mejor:

Esa noche la niña después de hacer los deberes vio Aladdin mientras comía palomitas y apretaba en su mano el celofán ámbar con letras como serpientes y puntos como ojos de lagarto dentro del que había envuelto los teléfonos talismán.
Las páginas de su  libreta aún en blanco eran un desierto por un lado tenso y por el otro flotante como el tejido sudanés plagiado por Paul Klee. O como la piel de una mujer con desniveles,  pliegues, dunas,  recodos, y sinuosidad.
En ese arenal baldío estampaba su caligrafía generatriz como acacias que tachaban el silencio. Muchos años después supo que su escritura servía para enfrentarlo.

Muchísimas gracias.
Rosario Raro.
 ABLAR.                                                                                                        
El desierto surgido de un telar gigantesco: tenso por un lado y por el otro flotante, formando dunas, pliegues, arrugas, desniveles.
El tejido sudanés plagiado por Paul Klee. O la piel de una mujer: recovecos,  recodos, sinuosidad, dunas, pliegues, arrugas, desniveles.
Caligrafía generatriz contra tachones, sobre el papel un cuchillo que rasca lo escrito hasta emborronarlo. Una página arrancada como un pétalo de flor del desierto. Escasa. Superviviente.

A primera hora de la mañana la abuela infernal barrió el patio con su energía de tornado. Después entró en el cobertizo y cuando me vio detrás de la cortina me empujó con la escoba. Dijo que la molestaba, que no la dejaba seguir con los preparativos y que aún era demasiado pequeña para estar allí.  La leche de cabra del vaso de mi desayuno se cayó al suelo.
[...]

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